Sudán.- «La corte de apelación ha ordenado la liberación de Mariam Yahya Ibrahim y la anulación de la sentencia anterior». Con esta escueta frase la agencia de noticias de Sudán, Suna, anunciaba este domingo que Mariam volvía a ser una mujer libre y ponía fin un calvario de 5 meses en prisión tras ser condenada a muerte por apostasía, es decir, por casarse con un cristiano y renunciar a la fe musulmana.

Ni siquiera su abogado había sido informado y tuvo que enterarse por la prensa de que el tribunal había aceptado su apelación.

«Estamos muy, muy felices por esta noticia y vamos a ir a verla de inmediato», explicaba a la BBC Elshareef Ali, abogado de Mariam. «La han liberado y está de camino a casa. Es una victoria para la libertad de religión en Sudán y creemos que en el futuro nadie tendrá que estar sometido a este tipo de juicio».

La sentencia de la corte de apelación llega casi un mes después de que el gobierno de Sudán prometiera revisar el caso, aunque las trabas burocráticas han demorado tanto el proceso que Mariam, que estaba embarazada cuando ingresó en la prisión de Omdurman, dio a luz a final de mayo.

La noticia de que había tenido al bebé encadenada en el dispensario de la cárcel provocó una ola de críticas y puso al Ejecutivo de Omar Al-Bashir en el ojo del huracán tanto por la sentencia como por las condiciones en las que tenía que vivir, pues además de su hija recién nacida también debía cuidar de su otro hijo de 20 meses.

La historia de Mariam no es nueva en Sudán, país de mayoría musulmana en el que la sharia o ley islámica está implantada desde los años 80 y que ha generado numerosas polémicas por la crueldad de sus sentencias. En su caso el único crimen que había cometido fue casarse con Daniel Wani, nacido en Sudán pero de padres sursudaneses y cristianos, por lo que él adoptó la religión de sus progenitores.

Al contraer matrimonio con un cristiano, según dictó el tribunal, había renunciado a su fe musulmana y por lo tanto debía ser castigada, si bien no se tuvo que Mariam nunca había practicado el Islam.

Según el código penal sudanés, la apostasía se castiga con la muerte y bajo tal premisa un tribunal de Jartum la condenó a 100 latigazos y a morir en la horca, un castigo del que se libró temporalmente por estar embarazada, ya que las leyes sudanesas permiten a una mujer encinta aplazar durante dos años la sentencia a muerte para que pueda amamantar al bebé.

vmp