Más de un mes y medio después de que las fuerzas aéreas estadunidenses bombardearon el hospital afgano de Kunduz, que manejaba la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), el gobierno de Estados Unidos reconoció “ante todo un error humano”, pues los pilotos habrían “confundido” el hospital con un edificio controlado por los insurgentes talibanes.

De acuerdo con John Campbell, jefe de las fuerzas estadunidenses y de la Organización del Tratado para Atlántico del Norte (OTAN), una “falla electrónica” desorientó a los pilotos, quienes “pensaban que bombardeaban otro edificio, a cientos de metros de distancia, donde sabían que se encontraban combatientes”.

Aquel ataque dejó 30 muertos, entre ellos, 13 integrantes de MSF.

Sin embargo, desde la madrugada del pasado 3 de octubre, fecha del bombardeo, los militares estadunidenses cambiaron de versión en varias ocasiones para justificar el ataque contra el hospital.

Hasta la fecha, ninguna convence a MSF, quien ha denunciado de manera repetida una “violación grave al derecho internacional humanitario”.

De acuerdo con la organización mundial, los militares afganos y estadunidenses poseían las coordenadas del recinto –al que tenían identificado como hospital de la organización–, pese a ello concentraron el bombardeo sobre él. Asimismo, las fuerzas aéreas ignoraron los mensajes de alerta que emitió MSF al inicio del ataque y continuaron el bombardeo durante “cerca de una hora”.

En un primer momento, el gobierno estadunidense calificó el bombardeo como “un daño colateral” y un accidente trágico que derivó de un apoyo aéreo a tropas estadunidenses en el terreno, supuestamente bajo el fuego enemigo.

Al día siguiente, el gobierno afgano afirmó que combatientes talibanes se encontraban en el edificio que utilizaron como base para lanzar ataques contra sus soldados. MSF lo negó con firmeza.

El 5 de octubre, el ejército de EU responsabilizó a los aliados afganos que supuestamente “solicitaron un apoyo aéreo” contra el recinto.

Un mes después, el 5 de noviembre, la organización publicó la versión preliminar de un informe en el que invalidó, punto por punto, los distintos pretextos descritos por el ejército de Estados Unidos, entre ellos que el bombardeo fue un “error”.

Antes del terror

La semana previa al bombardeo, recordó el informe, Kunduz fue escenario de violentos enfrentamientos entre talibanes y soldados afines al gobierno que obligaron a incrementar de emergencia el número de camas en el hospital y atender pacientes de gravedad.

MSF recibió un gran número de pacientes, cuyos uniformes indicaron que se trataba de “combatientes heridos”, tanto gubernamentales como insurgentes. El martes 29 de septiembre, la organización envió por correo electrónico las coordenadas GPS del hospital a las autoridades estadunidenses y afganas, las cuales notificaron su recepción.

El jueves 1 de octubre, un oficial estadunidense de Washington preguntó al personal de MSF si atendía a un gran número de talibanes en el hospital. La organización le respondió que sus hospitales estaban llenos de pacientes, incluso combatientes talibanes.

El viernes 2, los médicos izaron dos banderas de MSF sobre el techo del hospital. En la noche, “el hospital y sus cercanías estaban muy tranquilos”. Incluso, “algunos miembros del personal mencionaron que pudieron salir al aire libre en las instalaciones del hospital, lo que no se atrevieron a hacer en los días previos ante el miedo de recibir balas perdidas provenientes de los combates en el sector cercano al hospital”.

MSF también reportó que aplicó de manera estricta la regla que consiste en prohibir el ingreso de armas al hospital.

A las dos de la madrugada empezó el bombardeo contra “el edificio principal de hospital”, donde estaban en uso dos de las tres salas de operación. En el recinto había 105 heridos –tres o cuatro combatientes del gobierno y unos 20 talibanes–, así como 140 integrantes afganos de MSF y nueve miembros extranjeros de la organización.

En su informe, la organización enlistó las 18 llamadas y mensajes que envió y recibió entre las 2:19 y las 3:18 a las autoridades afganas, las Naciones Unidas, el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) y el Departamento de Defensa de Estados Unidos –en Nueva York–, para advertirles que el hospital sufría un bombardeo.

De comprobarse la intención deliberada de bombardear el hospital, las acciones del ejército de Estados Unidos relevarían del “crimen de guerra”, aseveró MSF.