Por: Eduardo Castillo Mtz.

El inconfundible sonido del carrito de camotes poco a poco se va diluyendo de la memoria de quienes crecieron con el tradicional dulce mexicano, y en Ciudad Victoria, apenas si hay unos cinco vendedores que siguen luchando por preservar la nostalgia y desde luego su trabajo.

Don Brígido es un hombre que 62 años y desde hace 10 se dedica a vender camotes por las calles de la capital del estado, y asegura que el oficio apenas si da para mal comer, porque las nuevas generaciones ni conocen el delicioso postre mexicano.

Explica que recorre la ciudad desde las siete de la mañana y hasta las siete de la tarde todos los días, “se vende poco porque falta la cultura, los niños no conocen el camote, son los adultos quienes lo consumen”.

Refiere que la receta original del producto que vende proviene del Estado de México, pero cada vez es más difícil mantener el ánimo en el oficio, porque también la crisis económica lapida las tradiciones.

“Camino por toda la ciudad y los cliente me animan mucho a que le siga…Yo preparo los camotes, se tardan tres horas en estar listos, pero ahorita no es negocio, está dura la cuesta de enero”, puntualiza.