Enrique Jonguitud

Ciudad Victoria, 1 de junio.-El 19 de agosto de 2014 empleados de la Dirección de Servicios Públicos sellaron con un muro el acceso a la casa abandonada de las calles 17 y Juárez, para remediar los problemas que se ocasionaban ahí, entre ellos, un incendio de una buena cantidad de basura y ropa vieja acumulada por un grupo de indigentes y drogadictos que hallaron en el sitio un refugio para pasar la noche.

Semanas después, en el marco de una jornada de voluntarios del DIF de Tamaulipas, un grupo de personas se dio a la tarea de pintar impecablemente la fachada de la edificación, imprimiéndole un nueva imagen al lugar.

Antes, la indignación se había plasmado en los muros de la casa “Ayotzinapa, crimen de Estado”, según se  podía leer en una leyenda pintarrajeada con spray de color negro, pero las  brochas y rodillos de los voluntarios impregnaron de dos tonos de amarillo dejando muda la anónima protesta.

El muro que selló la entrada principal, contuvo por un tiempo a los desamparados que buscaban un lugar donde quedarse para consumir drogas y alcohol. Sitio del cual sólo salían para conseguir unas monedas para comprar solventes con los cuales “volaban” de la realidad.

Ahora, a casi un año de distancia, los habituales inquilinos del sitio han regresado a vivir en la vieja edificación. Se trata de indigentes que hallaron la manera de entrar y salir a su antojo de la casa.

Aprovechando una cortina metálica en la entrada de la casa que da a la calle 17, los indigentes la han forzado para abrir una especie de rendija, por la cual se puede ingresar al lugar casi arrastrándose, algo nada difícil para los cuerpos desgastados de quiénes apenas prueban algo de comida al día.

La nueva rendija, da una oportunidad a los indigentes de permanecer la mayor parte del día en el interior de la casa. Desde las ventanas rotas se les puede ver tendidos en algún rincón del sitio, rumiando sus dolores sin que nadie se ocupe de ellos.

En tanto, comienzan a acarrear basura y trapos viejos en el interior de la casa abandonada, donde no se resuelve el problema que la casa le ocasiona a la ciudad, ni el dramático sufrimiento que a diario sufren los adictos que han vuelto a habitar el lugar.