La noticia nacional de esta semana fue el asilo político que el gobierno de México le otorgó al expresidente de Bolivia, Evo Morales. Esta coyuntura política internacional le vino como anillo al dedo al gobierno en turno, después de un par de semanas en las que se cuestionaba con mucha razón a la capacidad de contención y seguridad que puede tener el gobierno federal después de la liberación de Ovidio Guzmán en Sinaloa y el brutal asesinato de las mujeres y niños de la comunidad Le Baron en Sonora y Chihuahua.

El tema Bolivia le dio la vuelta al tema de la seguridad interna para, como ya se volvió costumbre, dividir la opinión de los mexicanos que apoyan y critican la decisión de AMLO de otorgar asilo político a Evo Morales y a miembros de su gabinete después de la renuncia de éste a la presidencia de Bolivia. Según diferentes portales Evo Morales a su llegada a territorio nacional dijo que “México le había salvado la vida”. Después de la foto y varias ruedas de prensa Evo Morales ya es parte del paisaje noticioso del país, no dudo que tenga una larga lista de espera en entrevistas y reuniones. México no le salvó la vida, México le está dando una segunda vida política.

Leía todas estas notas y veía la foto de Evo Morales estrechando la mano de Marcelo Ebrard y todos esos tuits que apelaban a la tradición de asilo político en México e inmediatamente pensé en todas esas imágenes de la Guardia Nacional conteniendo la frontera sur del país de los migrantes que buscan pasar por nuestro país. Imposible deducir que no se trata de hospitalidad mexicana, se trata de favoritismos diplomáticos.

Pero ¿y qué pasa con los mexicanos cuya vida corre riesgo todos los días en un país donde no hay certeza ni seguridad porque los gobiernos han demostrado que el crimen rebasa por completo a la autoridad? Nosotros, las personas de a pie ¿dónde y a quién le pedimos asilo?

Las cuestiones de política internacional debemos tenerlas en cuenta pero no debemos perder de vista que ya se estaba hablando seriamente del tema de la seguridad para los mexicanos. Los reflectores de la noticia no deben encandilar algo que es un derecho para el ciudadano y una obligación para el gobierno: proporcionar la seguridad y orden público para cada mexicano.