Mi buen amigo Juan José Arreola me decía hace muchos años que para “que el lenguaje tuviera fuerza debía llevar verdad en la palabra, no contradecirse, no pretender en afán de llamar la atención ofender o demeritar a nadie y ser consecuente entre palabra y hecho”; lo otro era ser un Tartufo como el personaje de Moliere capaz de adaptarse servilmente a cualquier circunstancia.

Esas palabras aún las oigo a pesar de los años pues fueron dichas en un momento en que un populista como Echeverría cambiaba el discurso cada día y su servil audiencia repetía cualquier sandez emitida desde los boletines de la presidencia. Creí sinceramente que después de oír a la mancuerna de Echeverría y López Portillo el país que tuvo la crisis más espantosa en la década de los ochentas cuando un dólar terminó valiendo 3,500 pesos y tuvieron que quitarle tres cifras para ajustarla a lo que se llamó nuevo peso, se había aprendido.

Sin embargo, que puedo opinar de un hombre que el pasado 4 de septiembre afirma a los medios: “recibo un país sin crisis económica” y el pasado día 16 declara: “Vamos a honrar nuestros compromisos y no le vamos a fallar al pueblo de México, posiblemente por las circunstancias, porque el país está atravesando en una situación económica y social muy difícil, posiblemente por la situación de bancarrota en que se encuentra el país, no podamos cumplir todo lo que se está demandando, pero sí vamos a cumplir, que quede claro, todo, todo lo que ofrecimos en campaña».

Reproduzco estas palabras pues veo que no tienen la más mínima coherencia discursiva y pongo la atención en una palabra que el señor López Obrador no sabe su significado, comencemos con la palabra “bancarrota de México”, si fuera el caso tendríamos que decir que el término tiene las siguientes connotaciones:

La primera se entiende como “el hundimiento económico o falta de recursos de un Estado o Administración.” Si este es el caso cómo puede afirmar que va a honrar sus compromisos de campaña y añado ahora el significado legal donde “la bancarrota se decreta cuando una persona física o jurídica, en este caso el Estado Mexicano, no cuenta con los activos que necesita para afrontar el pasivo exigible, que se le reclama. En otras palabras: cuando no tiene dinero para pagar sus deudas. Al ser declarado en bancarrota por un juez y esto se lleva a Cortes Internacionales, se lleva a cabo un concurso o un juicio para determinar si los acreedores pueden cobrar su deuda del patrimonio del deudor.”

A su vez si el presidente electo reconoce esta situación es importante aclararle “que una cesación o interrupción de los pagos, que no es el caso; no implica la bancarrota. Esta situación se declara cuando la insolvencia se mantiene en el tiempo, es generalizada y resulta objetivamente insalvable para quien tiene la deuda. Y una vez decretada la bancarrota, la persona jurídica que está en quiebra ya no puede administrar sus propios bienes y queda inhibida porque no puede vender ni gravarlos. En síntesis que ya no puede gobernar el país, pues está intervenido por las potencias acreedoras.

Bueno si esto no fue lo que quiso decir, porque así lo dijo o si es real mejor sería callarse en ambos casos. Decían mis abuelos un viejo dicho norteño: “Con comer se quita el hambre, con beber agua la sed, con dormir se quita el sueño y lo tarugo con qué”. En efecto no estamos frente a alguien tonto, sino con alguien irresponsable en el uso de la palabra y que está en una situación de poder y al cual no me explico por qué no lo corrigen. Ahora es indispensable que sepa que la política económica se maneja desde el Banco de México porque está articulada a la economía internacional y no por los políticos en turno, así que sería conveniente que el Banco de México aclarara esta situación antes de que produzca un efecto indeseable para la economía de la nación.

A su vez si vamos a hablar de los problemas nacionales hagámoslo con seriedad México, tiene una vasta problemática que estructuralmente en el ámbito económico se ve en torno a cinco grandes problemas: Nuestra economía es altamente dependiente del exterior, en particular de los Estados Unidos aunque no exclusivamente. Es fluctuante pues sus ciclos económicos están articulados a la economía mundial por tanto nos afectan los periodos de crisis como nos benefician las épocas de recuperación, de ahí que debamos aprovechar las oportunidades y mirar también los riesgos. Es desequilibrada en su desarrollo regional y por sectores económicos, pues somos la 13ª economía mundial y dentro de la cual tenemos sectores de punta, como también viejas estructuras rezagadas. Arrastramos un gran endeudamiento pero tenemos mecanismos para solventarlo. Finalmente, hay una fuerte tendencia hacia la polarización del ingreso que tiende a concentrarse en pocas manos, mientras hay un gran número de pobres, pero eso no se resuelve con dilapidar los fondos públicos en pagos clientelares, sino con inversión productiva y trabajo para las mayorías.

Reflexionemos pues, si el ahorro va ir dirigido nuevamente a las mismas estructuras de dominación seguiremos como en el caso de los fondos para damnificados de MORENA y los demás partidos, que fue utilizado para el pago de operadores políticos de la campaña y no para los afectados. Por eso recordemos: un presidente debe saber utilizar el lenguaje pues sus efectos pueden ser fatales.

Hagamos pues de la palabra una expresión acorde con la acción, una palabra que no busque disculparse, sino enfrentar los problemas; una expresión que cree compromiso y no ofrezca aquello que no puede cumplir. Alguien así podría ser en verdad un Político con P mayúscula y no un sujeto bipolar que mezcla confusa de realidades que no sabe que la política es ciencia de responsabilidades.