En un momento en el que las encuestas de opinión se han venido abajo estrepitosamente en el ámbito electoral, pues en lugar de anticipar resultados de acuerdo a corrientes de opinión, han mostrado que triunfos como el de Peña Nieto al que auguraban entre un 52% a 40% quedaron muy por debajo de ese porcentaje. Casos como el de Macron en Francia que emergió de la nada son demostraciones de que algo distinto hay en las tendencias de los votantes. A su vez el caso de Trump puso al descubierto al voto oculto que se mostró en puntos estratégicos del mapa electoral americano y donde pese a la mayoría demócrata, esta no se reflejó más que una clara derrota en todas las líneas.

Frente a eso yo pensaría en escenarios no a partir de encuestas o tendencias de opinión, sino de escenarios posibles que podrían presentarse, donde por diversas vías en alguno de ellos estará el resultado de las próximas elecciones federales. Para comenzar usaremos tres dimensiones que corresponden al total de posiciones a ser sometidas a elección de las cuales una seria para presidente; 300 diputados por mayoría relativa y 200 por representación proporcional. 64 senadores de mayoría, 32 de representación por circunscripciones y 32 de primera minoría. Lo que hace un total de 629 representantes de los poderes ejecutivo y legislativo en el ámbito federal, a los que se agregan la elección de 9 gobernadores en Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Chiapas, Tabasco, Morelos y Yucatán.

A lo anterior hay que sumar el peso político electoral por número de votantes en cada entidad federativa, en esto va estribar la estrategia donde los candidatos se van a concentrar en términos de esfuerzos e inversión en los votantes. De está manera en orden descendente por número de electores tenemos: Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Guanajuato, Nuevo León y Michoacán donde se concentra el 53.7 % del electorado. A continuación está Chiapas Chihuahua, Oaxaca, Tamaulipas, Guerrero, Baja California, Sinaloa y Coahuila donde tenemos al 24.07% del electorado. El tercer cuartil agrupa a Sonora, Hidalgo, S.L.P., Querétaro, Tabasco , Morelos, Yucatán y Zacatecas que representan al 15.05% de los electores. Finalmente en Durango, Quintana Roo, Aguascalientes, Tlaxcala, Nayarit, Campeche, Colima y Baja California Sur donde este grupo escasamente tiene el 7.18% de los sufragantes. Por lo que en cada caso hay que derivar que de las 32 entidades 14 de ellas tiene como gobernador al PRI; 12 son panistas, 4 del PRD, 1 independiente y 1 del PVEM concedido por el PRI a su oportunista aliado.

Ahora veamos qué escenarios podrían darse comenzando por la combinatoria de ganar la presidencia por un partido, pero pierda al quedar en minoría el Senado y en la Cámara de diputados como ha ocurrido desde el año 2000 y podría ser catastrófico considerando que ningún partido cuenta con la mayoría de los gobiernos estatales como antaño.

Otro escenario posible sería que un partido gane la presidencia, obtenga minoría en el Senado y mayoría en la cámara de diputados. En este escenario lo que procedería sería formar coaliciones en el Senado con minorías para garantizar mayoría. Además de fijar una estrategia de negociación con los gobiernos de Estados claves.

El tercer escenario seria ganar la presidencia, tener minoría en diputados y mayoría en el Senado, lo cual hace que las coaliciones de diputados tendrían que ser constantes entre partidos y abrir un campo de acuerdos con las entidades.

El cuarto escenario sería óptimo para cualquier partido: ganar la presidencia, ganar mayoría en el senado y en la Cámara baja, lo que significaría el retorno al carro completo, pero liquidaría la alternancia, pues a esto no lo podemos llamar democracia.

Los siguientes escenarios serán los que correspondan a los partidos de oposición al poder ejecutivo cuyo destino dependerá de estas situaciones: en primer término de la cantidad de votos y posiciones que logren obtener y de si estas cantidades de votos le permiten consolidar posiciones, pues el primer caso es el riesgo de obtener el mínimo para seguir constituyendo una opción electoral y en segundo para obtener posiciones de representación.

En este sentido tenemos que considerar la opción de perder la elección presidencial, pero si logran consolidar la opción de obtener posiciones de minoría en el Senado y la cámara de diputados tendrían la opción de negociar su fuerza para integrar coaliciones, pero en el caso de no cubrir el porcentaje mínimo de votantes desaparecerían como partido.

La sexta combinatoria significaría que si bien es minoría en el Senado en la cámara de diputados obtendría mayoría lo que significaría tener una presencia innegable frente al poder ejecutivo y ante el sistema político.

La séptima opción es semejante a la anterior pero invertido, pues en este caso es en el Senado donde se obtendría mayoría y la cámara baja estarían en minoría, pero como en el caso anterior serían la bisagra a la que tendría que considerar en todos los casos el ejecutivo.

La octava opción como oposición al ejecutivo significaría tener el control de ambas cámaras, lo que sin duda modificaría el modelo político centrado en el presidencialismo y obligaría a definir la modalidad a un sistema parlamentario desplazando al modelo presidencialista que ha sido históricamente el dominante.

Todas estas opciones son factibles, pero los resultados definirán ¿cual será la tendencia dominante? pero por el momento las cosas comienzan a calentarse y lo que venga será el futuro del país, entre muchos suspirantes y un abstencionismo creciente.