Siempre se ha creído que el presidente saliente elige a su sucesor, pero esa idea hoy se mira como en extremo simplista. Si eso alguna vez hubiera sido cierto la preferencia hubiera sido hacerla recaer sobre el hombre de su mayor confianza, si es que a esas alturas existe.

De esta manera Miguel Alemán se hubiera inclinado por su primo y jefe del Departamento Central Fernando Casas Alemán. Adolfo Ruiz Cortines a no dudarlo hubiera elegido al pollo Gilberto Flores Muñoz. Adolfo López Mateos le gustaría más haber dejado a su secretario de la Presidencia al guerrerense Donato Miranda Fonseca. De haber sabido quien era Luis Echeverría a tiempo, Gustavo Díaz Ordaz hubiera optado por Emilio Martínez Manatou.

Luis Echeverría le hubiera gustado más lanzar a la presidencia a Hugo Cervantes del Río con quien hizo su carrera política. José López Portillo siempre mostró preferencia por el Ing. Jorge Díaz Serrano, el hombre que impulsó a Pemex y con él a su régimen. Miguel de la Madrid al hermano que nunca tuvo: Alfredo del Mazo. Carlos Salinas de Gortari preparó a Luis Donaldo Colosio hasta que la clase política lo impugnó y no quedó más remedio que sacrificarlo, cuando Luis Donaldo creó acuerdos al margen de él y le abrió paso a sus verdugos.

Ernesto Zedillo ya no manejó la sucesión y esta fue aprovechada por hombres como Vicente Fox y en su momento buscó colocar a Santiago Creel a la cabeza de la sucesión, pero la astucia y oportunidad de Felipe Calderón se lo impidieron. Finalmente, cuando este último quiso arreglar a su sucesor, el partido impuso a Josefina Vázquez Mota, por lo que se optó por el retorno del PRI con Peña Nieto, pues como hoy es evidente, que la que le hubiera gustado continuar con la herencia matrimonial era Margarita Zavala. Pero como vemos los preferidos no llegaron jamás.

Pienso que no es una decisión personal, pero si no se llega por el presidente, también hay que reconocer que no se llega sin él, si no lo cree pregúnteselo al Peje quien le gritó a Fox cállate chachalaca y este se vengó. Creo que entonces el juego se proyecta a partir del símil que me dijera mi amigo el Dr. Óscar Pintado una de las víctimas del Frente Democrático Nacional de 1988, hoy olvidado, cuando me decía: si en la Tierra hay vida es porque ni está tan cerca del Sol (léase el poder), ni tan lejos como los restantes del sistema solar que de desérticos como Marte terminan como el resto en acuosos o gaseosos. En efecto ser un hombre demasiado identificado con un régimen te condena al ostracismo a su término y ser enemigo del presidente en su régimen es la imposibilidad de crecer políticamente.

No se piense que la lealtad se impone, pues en la palabra de un político quien confía. Tampoco se crea que es el resultado de su enorme inteligencia y preparación, pues en general los presidentes no han brillado por esta cualidad. Menos aún de creer que el pueblo lo eligió por sus virtudes, porque México no es un país de elecciones sino de selecciones. En este último sentido la tradición jurídicopolítica española que heredamos fue encabezada en el siglo XVI por el jesuita Francisco Suárez para quien todo poder proviene de Dios, pero requiere para su ejercicio ser confirmado por los hombres, que traducida a nuestros tiempos sería que el poder proviene de las élites, pero debe encontrar en los subalternos el reconocimiento y garantía de obediencia. Sin embargo qué ocurre cuando las élites están en un momento de división de intereses, pues bajo esa idea el poder al dividirse produce enfrentamientos que derivan al desplazamiento necesario de intereses y a una reformulación del bloque en el poder.

De esta manera el gabinete presidencial no es más que una vasta agregación de intereses convocada para ejercer el poder en un periodo, por lo que reclama ser sustituida al término del sexenio y que para Lázaro Cárdenas será con una duración no más allá de un sexenio. Esta es pues la historia de los soles que un día brillaron y terminaron eclipsados. De aquellos que creyeron firmemente que la segunda y la tercera son la vencida. Que la palabra vuelve otra vez, como el deseo de Fausto es posible. Que la muerte interrumpe sueños de grandeza y nos coloca como lo que realmente somos: seres en tránsito por la vida donde la oportunidad nunca vuelve y lo mas trágico que el hombre que nos sucede no llega para continuar y exaltar nuestra obra y continuarla. Como Tiberio, sucesor de Octavio, quien se guardó todas las humillaciones que le prodigó el César y que se cobró desde el primer momento de su ascenso con los testigos de su vergüenza.

Hoy vuelve el ritual y todos los candidatos se sienten amarrados, pero en realidad la incertidumbre los acompaña, ya pasó el tiempo de los caudillos donde hombres que ligaban todos los hilos del poder en su persona como Álvaro Obregón fue ultimado, no por Toral, sino por trece disparos mortales de necesidad que no pudo haberles disparado un solo hombre y después vendrían las sorpresas donde surgió la figura que de la nada ascendería al poder en un año decisivo para México, 1929 en la que mi amigo y gran maestro Emilio Portes Gil llegaría para enfrentar el surgimiento del PNR paralelo al estallido de la Revolución Escobarista que al ser derrotada constituyó la liquidación del Obregonismo y la frustración de la candidatura de Aarón Sáenz. El ascenso de un hombre mediocre como candidato a la presidencia Pascual Ortiz Rubio embajador de México en Brasil en ese momento, que tuvo que enfrentar a un personaje como José Vasconcelos que de revolucionario terminaría su vida como un conservador amargado a su derrota electoral. 1929 es también el año de los acuerdos con el clero para dar fin a la Guerra Cristera que desangraba al país y fue también el año en el que Don Emilio concedió la autonomía a la hoy UNAM.

De esta manera si 1928 fue el año de la tragedia donde todos los candidatos fueron asesinados: Francisco Serrano, Arnulfo R. Gómez y Álvaro Obregón. 1929 es algo mas que el primer paso al Maximato es también el momento en el que México buscará entre 1930 a 1935 al hombre que lo ha de liberar del caudillismo y dar base al presidencialismo Mexicano y que se encarnó en la figura de Lázaro Cárdenas quien dio al país unidad de mando y de propósito. Se bien que la historia no se repite, pero esta sucesión tiene un mal punto de partida para todos, pues ninguno está próximo a la mayoría y un gobierno de facciones a nadie beneficiará.