La más grande lección que recibió el cantautor Joan Sebastian en el terreno de la música, fue una derrota, misma que lo llevó a convertirse en la estrella que hoy es. Así lo confesó el intérprete de La derrota al recordar que hace muchos años, cuando participaba en el Festival de la OTI, sucedió algo que lo marcó en su vida. Competía con una canción, Así de loco, cuando El Gallo Calderón le dijo: «me duele decirte que tu canción está padrísima, pero no vas a ganar y me explicó por qué, pero por respeto a su memoria no lo voy a revelar».

Algo parecido le dijo Pati Chapoy, quien en ese entonces era asistente de Raúl Velasco: «Joan ¿sabías que tu canción rebasa el tiempo permitido y por eso te pueden descalificar?». Joan explicó que con muchos trabajos editó la canción y le trajo la nueva versión a Chapoy, a la que le suplicó que cuando entrara a la competencia no le fueran a poner la versión pasada porque lo harían ver mal.

Pese a la recomendación, sucedió lo que el cantautor de Juliantla temía, por lo que salió «echando madres del festival». «Patee todo lo que tenía enfrente y dije ‘qué pinche desmadre’. Con tan mala suerte que lo escuchó Pati Chapoy y me dijo ‘ah, sí, esto lo va a saber el señor Raúl Velasco’. Y me acusó. Y me fui para Juliantla, ya no quería regresar al festival, pero la gente de mi disquera me rogó para que lo hiciera porque me estaba llevando entre las patas a todo su elenco y además estaba en la final del OTI.

«Me convencieron y regresé, pero yo sabía que no iba a ganar y todavía el señor Velasco me regañó y me dijo ‘por aquí pasó Julio Iglesias, El Puma, dime tú quien quieras que haya pasado por aquí, monstruos de la música y con nadie he tenido problemas. ¿Tú me vas a decir qué hacer?’ Terminamos, él mandándome a Juliantla y yo mandándolo a donde tenía que mandarlo», señaló sonriente. Después de eso el periodista Gilberto Barrera (padre) escribió una nota que tituló Joan Sebastian, el ya merito, lo cual lo puso muy triste y lo hizo que se olvidara un rato de los escenarios y se refugiara en su casa de Juliantla, Guerrero, donde retomó su vida campirana.

Sin embargo, la gente de su pueblo le pidió que cantara y y lo hiciera gratis para sus paisanos, hasta que Memo Ocampo, esposo de la hermana de su madre, le dijo: «si vas a seguir cantando, vamos a cobrar» y así comenzó su ascendente carrera hace 36 años, con un lleno total en una plaza de Toros de Zacatepec. Así fue como una derrota cimentó su éxito.