Si pensabas que un vaso o una lata de refresco al día no tiene consecuencias, estás muy equivocado. Sí hace daño y mucho, por lo que es muy recomendable que el consumo de refrescos sea en ocasiones excepcionales o limitar su ingesta solo una vez a la semana o menos.

En riesgo por un antojo

El consumo de bebidas azucaradas conlleva muchos problemas de salud. Por ejemplo, incrementa las probabilidades de obesidad, lo que eleva el riesgo de desarrollar obesidad, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer como el de páncreas. Además, impide la adecuada absorción de calcio.

Relación refresco-diabetes

La relación entre el consumo de refrescos y la diabetes tipo 2 es innegable: se calcula que por cada 336 ml de refresco azucarado al día (aproximadamente una lata) que se consume, se incrementa hasta en un 22% el riesgo de padecer diabetes tipo 2.

La diabetes tipo 2 se produce cuando el organismo no utiliza la insulina de manera eficaz. Esta hormona, segregada por el páncreas, tiene la función de regular el azúcar en la sangre. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la diabetes tipo 2 representa aproximadamente el 90% de los casos mundiales de diabetes y explica que esta enfermedad se debe, en gran medida, a un peso corporal excesivo y a la inactividad física.

Para prevenir esta patología, es imprescindible evitar la ganancia de peso en la edad adulta, realizar actividad física, llevar una dieta de alta calidad y evitar bebidas azucaradas.

Merma la adecuada absorción de calcio.

El consumo alto de refrescos y bebidas con alto contenido de azúcar se ha traducido encarencias serias para un adecuado desarrollo óseo, debido a deficiencias de nutrientes básicos como la vitamina D y el calcio. Lo anterior no solo altera el crecimiento de los niños, sino que al llegar a la edad adulta, los hace más propensos a fracturas.

Los refrescos impiden que el calcio que se adquiere de otros alimentos se absorba de forma adecuada. Además de las bebidas azucaradas, también se debe evitar el consumo excesivo de sal y café. Las fuentes más comunes de calcio se encuentran en la leche y sus derivados, en tanto que la vitamina D se obtiene de pescados, huevo y lácteos. Es fundamental la práctica diaria de ejercicio y exponerse al solo en forma limitada para ayudar a la absorción de vitamina D.