Cuando el termómetro experimenta una bajada vertiginosa, hay que calentarse de la manera que sea con tal de no convertirse en un cubito de hielo. Nuestro programa anti-frío hará que la energía circule por todo tu cuerpo. Resultado: resistirás mejor el frío.

En invierno, nada más desagradable que tener frío. Para remediarlo hay que mimar las extremidades, las partes del cuerpo más sensibles a las bajas temperaturas. Para calentar la cara, las manos y los pies, lo primero es calentar el vientre, que acumula toda la tensión causada por el frío. Y no olvides los riñones.

Al levantarse: automasaje facial

¿Nuestro peor enemigo? Las variaciones de temperatura. Al masajearnos la cara, estimulamos la microcirculación, otorgándole a la piel un efecto calorífico antes de salir:

1- Frótate las manos una contra la otra para calentarlas. Pon una en cada mejilla y masajea suavemente antes de subir hacia la frente. Pasa las manos por las orejas y bájalas por el cuello. Haz cinco repeticiones.

2- Masajea las aletas de la nariz efectuando pequeñas fricciones a uno y otro lado con ayuda del dedo corazón. Hazlo de arriba hacia abajo. Termina siguiendo la línea de las cejas. Haz cinco repeticiones.

3- Masajea las orejas con los dedos pulgar e índice mediante seis movimientos circulares. Haz cinco repeticiones.

Al salir a la calle cúbrete la cabeza. Más de la mitad del calor corporal se escapa a través de la parte superior del cráneo.

Durante el día: masajea los pies y las manos

El brusco pasaje del calor al frío perturba la microcirculación. La sangre irriga las partes vitales en detrimento de las extremidades…, que son las que primero se enfrían. Para aclimatarse al frío y permitir que el organismo pase de un sitio cubierto a uno descubierto de la mejor forma posible, mima las extremidades de la siguiente manera:

4- Date un automasaje en los pies. El calor se esparcirá por todo el cuerpo, sin importar que uses calcetines o medias. Hazlo una o dos veces al día para reactivar la energía. Comienza por los dedos y luego masajea la planta con ayuda de los pulgares o de la palma de la mano. Efectúa un movimiento que parta del nacimiento de los dedos y termina en el talón. Así, mejorarás la circulación y aliviarás las tensiones.

5- Cruza las manos y frótate una palma contra la otra. Cuando sientas hormigueo, indicador de una mejor circulación sanguínea, envuelve los dedos con una mano y masajéalos.

Por la noche: el vientre y los riñones bien calientes

Aunque esté protegido debajo de la ropa, el cuerpo necesita que lo calienten. Existen dos zonas que necesitan una atención especial: el vientre y los riñones.

6- El vientre necesita que lo calienten porque acusa mucho el estrés del frío y eso puede provocar molestias estomacales. Hacerlo es muy simple: encima del jersey, pon las manos una encima de otra y colócalas debajo del ombligo, luego gira en el sentido de las agujas del reloj. Haz cinco repeticiones.

7- Para calentar los riñones, zona de la energía vital, podemos golpear suavemente la parte inferior de la espalda con el puño cerrado. Hacerlo diez veces es suficiente para empezar a sentir que el calor invade la pelvis.